En este tiempo, hubo dos personas que apenas pudieron disfrutar de la tertulia y a una de ellas, es a la que no solo le voy a rendir un homenaje, que ya esbocé en la entrada de "agradecimientos", si no que le voy a hacer un tributo a su dedicación y esfuerzo para que todo saliera bien. Ya podréis imaginar de quien estoy hablando: Julio Pérez, que si no hubiera sido por él, no se hubiera podido celebrar este encuentro. Gracias Julio.
Todos los que formamos parte de la Octava somos uno más, pero es cierto que algunos tienen una significación más notoria, bien por su implicación, su interés en todo lo que hace referencia a ella, su esfuerzo para organizar eventos y por su compromiso reverencial para con el grupo y tú eres uno de ellos.
Como pasábamos mucho tiempo juntos, tengo muchos recuerdos de sucesos vividos en la Laboral contigo, pero quiero hacer hincapié en una parte muy importante de nuestra convivencia y que hace referencia a nuestra vida en los dormitorios del internado. Recuerdo especialmente lo que ocurrió durante el último curso de F.P.II, cuando Chin y tú compartíais habitación.
Ésta era el centro neurálgico de los internos; si se tomaba una decisión que afectara al grupo entero, era en vuestra estancia, donde se tomaba. Cualquier cosa que ocurriera, la consigna era: "Reunión en la habitación de Julio y Chin" y allí nos apelotonábamos todos los internos y algunas veces, si la reunión era por la tarde, todo el curso. Esto, a tí, al principio te gustaba, pero al cabo del tiempo, terminó por cansarte y te ponías hecho una fiera cuando las tertulias se hacían eternas, que eran casi todos los días que había reunión. Cuando todo el mundo se había marchado, ventilabais abriendo las ventanas y os ibais a la cama...pero quedaba la última visita de la noche, sobre todo cuando se os olvidaba poner el pestillo de la puerta. Paco y yo, haciendo un gran esfuerzo, porque éramos unos dormilones, nos esperábamos a que os hubieseis acostado para pillaros desprevenidos y pegaros una paliza a almohadazo limpio a los dos troncos en el primer sueño. Entonces montabais en cólera y salíais como unos "Miuras" en los encierros de San Fermín, almohadas en ristre, pero casi nunca nos alcanzabais. Eso sí, alguna vez también nos cogíais con la guardia bajada y nos liábamos en una pelea; primero a almohadazos y después como unos cachorros juguetones. Recuerdo esos momentos con nostalgia y sé que no volverán, pero también se que fueron felices y nos han hecho mantenernos cerca unos de otros y seguir siendo amigos.
Gracias de nuevo por todo y ser un amigo.
Todos los que formamos parte de la Octava somos uno más, pero es cierto que algunos tienen una significación más notoria, bien por su implicación, su interés en todo lo que hace referencia a ella, su esfuerzo para organizar eventos y por su compromiso reverencial para con el grupo y tú eres uno de ellos.
Como pasábamos mucho tiempo juntos, tengo muchos recuerdos de sucesos vividos en la Laboral contigo, pero quiero hacer hincapié en una parte muy importante de nuestra convivencia y que hace referencia a nuestra vida en los dormitorios del internado. Recuerdo especialmente lo que ocurrió durante el último curso de F.P.II, cuando Chin y tú compartíais habitación.
Ésta era el centro neurálgico de los internos; si se tomaba una decisión que afectara al grupo entero, era en vuestra estancia, donde se tomaba. Cualquier cosa que ocurriera, la consigna era: "Reunión en la habitación de Julio y Chin" y allí nos apelotonábamos todos los internos y algunas veces, si la reunión era por la tarde, todo el curso. Esto, a tí, al principio te gustaba, pero al cabo del tiempo, terminó por cansarte y te ponías hecho una fiera cuando las tertulias se hacían eternas, que eran casi todos los días que había reunión. Cuando todo el mundo se había marchado, ventilabais abriendo las ventanas y os ibais a la cama...pero quedaba la última visita de la noche, sobre todo cuando se os olvidaba poner el pestillo de la puerta. Paco y yo, haciendo un gran esfuerzo, porque éramos unos dormilones, nos esperábamos a que os hubieseis acostado para pillaros desprevenidos y pegaros una paliza a almohadazo limpio a los dos troncos en el primer sueño. Entonces montabais en cólera y salíais como unos "Miuras" en los encierros de San Fermín, almohadas en ristre, pero casi nunca nos alcanzabais. Eso sí, alguna vez también nos cogíais con la guardia bajada y nos liábamos en una pelea; primero a almohadazos y después como unos cachorros juguetones. Recuerdo esos momentos con nostalgia y sé que no volverán, pero también se que fueron felices y nos han hecho mantenernos cerca unos de otros y seguir siendo amigos.
Gracias de nuevo por todo y ser un amigo.
Oye gordito, le has contado a la gente que ya no cabiamos en las camas en la ultima reunion que estuvimos alli???? je, je, je..., por cierto, qu´´e guapo te ha sacado el chechu en el afoto
ResponderEliminarEntre eso y los ronquidos que dábamos, no me estraña que nadie quisiera volver a dormir con nosotros.
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