sábado, 25 de diciembre de 2010

Id poniendo el nombre (1980)





Esta anécdota se remonta a 1980 y me ha venido a la cabeza por algo que me ha ocurrido hace poco en mi trabajo y me lo ha recordado, por lo que no he podido reprimirme a plasmarlo en este foro para que los que lo vivieron, lo rememoren.

Ocurrió en la clase de 1º B de F.P.I y los términos exactos no puedo relatarlos con absoluta certeza, por lo que dejo alguna licencia para mi imaginación, con el único motivo de recrear un ambiente parecido al de aquel tiempo.

Transcurría el mes de diciembre y aún nos estábamos amoldando a nuestra nueva situación académica, con los consiguientes cambios de colegios a la Laboral, el conocimiento de nuevos compañeros, nuevos educadores (figura desconocida para la mayor parte de nosotros), nuevos horarios (yo nunca había tenido "hora de estudio" a ninguna hora, ya que cuando llegaba del colegio, mis padres me preguntaban si tenía deberes y si respondía afirmativamente, me invitaban a hacerlos, pero jamás se preocuparon por ver si los hacía o no, pero cuando los terminaba o decía que ya los tenía terminados, me iba tan tranquilo a las calles del pueblo para jugar con los amigos, despreocupado de cosas tan rigurosas como "la hora de estudio" y con un bocadillo de chorizo en la mano, dándole patadas a un balón de plástico duro), nuevos profesores (tan peculiares en muchos casos), habitaciones, comidas y hábitos.

Precisamente, la historia que voy a comentar, hace referencia a la forma de hacer de un profesor, que no me acuerdo de sus apellidos, pero sí de su nombre: Roberto y de su apodo, heredado de cursos con más solera: Robruto. Este apodo, supongo que le hacía bastante justicia, no solo por su corpulencia y rancia humanidad, si no por su proceder rudo y maneras desgarbadas. Algunos lo llamaban "Rebruto", pero estaban equivocados porque hace poco le pregunté a mi hermano, que estudió 3 cursos por delante de nosotros y me ratificó que su apodo era "Robruto".
A la clase de 1º B, este profesor nos daba tecnología de las máquinas-herramientas, enfundado en un traje chaqueta raído y lleno de lamparones propiciados por sus continuas visitas al "centro"; unas veces de vino, otras de grasa de alguna de las pringosas tapas que iban a parar a su oronda barriga, donde solía rescolgar una corbata de las mismas características que el traje. Usaba gafas, que colocaba continuamente en su sitio, en el entrecejo con gesto más bien perezoso y exhalaba humo del cigarrillo profusamente, produciendo volutas caprichosas mientras articulaba las palabras de alguna explicación sobre la resistencia de los metales o las herramientas para limar, etc.
Allá por el mes de diciembre de 1980, comenzamos los exámenes de la primera evaluación en cada una de las asignaturas y una mañana de ese mes, nos tocó hacer el de tecnología. El ritual era: Llegaba el profesor al aula y le mandaba al delegado de la clase a buscar los folios a la caseta del conserje para después repartirlos a todos. Estoy intentando hacer memoria de quién era el delegado de curso de 1º B, pero no logro acordarme, creo que era José Ignacio Palacios del Valle, pero tengo muchas dudas (Chin: ¿Te acuerdas tú?).
Bueno, pues el "Robruto" mandó a Palacios a buscar los folios, mientras los demás esperábamos impacientes y nerviosos a que llegara, sentados en los pupitres, en silencio, mirando al profesor moverse por la palestra con sus característicos gestos felinos. De repente, se dirige a nosotros y nos dice: "Bueno, mientras llega el delegado, id poniendo el nombre".

En los primeros segundos no nos dimos cuenta de la metedura de pata, pero cuando los más espabilados, se empezaron a reír, la clase explotó en una carcajada unánime y al "Robruto", que no era muy dado a las bromas, no le quedó más remedio que sonreír avergonzadamente por su despiste histórico.

1 comentario:

  1. Limadora: que si alguno se acuerda, había que apretar la mordaza con fuerza para que la pieza no se moviera, y unas de las veces, que creo que estábamos con el FEMILIO, le tocaba a PELAYO ALONSO utilizar la limadora y le dijo el profesor que lo apretara más, Pelayo obedeció y este levanto la limadora, y el profesor le dijo "vale,vale," y lo miro con cara de sorpresa por lo ocurrido...

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