No hace muchos días, publiqué las cartas que me enviaron para la concesión de la plaza y todo aquello. Supongo que cada uno de vosotros recibiríais una igual y también otra como la que aquí expongo, con todos los datos que se necesitaban, una vez que ya era definitivo el ingreso en la Universidad. Para algunos de vosotros, igual que para mí, volver a ver estos documentos, hacen que mi mente viaje a aquellos lejanos años, cuando las preocupaciones eran mínimas y la vida seguía su paso lento por la pubertad y la incipiente juventud.
Los recuerdos que tengo de aquellos días del verano, son algo borrosos, pero hay ciertas cosas que no se me olvidan, entre otras, la inmensa alegría de mis padres, por haberme sido concedida la beca, ya que mi hermano ya estaba estudiando en la Laboral y eso suponía una preocupación menos, aunque en la práctica no fue así, ya que mi hermano era mediopensionista y tres cursos por encima de mí, con lo que la relación y el contacto con él, fue mínimo durante los dos años que coincidimos en el centro. También recuerdo las envidias y los comentarios en el pueblo, ya que muchos de mis amigos habían solicitado la beca, igual que yo, pero solo me la dieron a mí y esto contribuyó a los típicos comentarios de que éramos unos enchufados, etc. Otra cosa que me viene a la cabeza, fueron los días de octubre del año del ingreso, en los que fui a vendimiar con mi abuelo, pensando en que pronto emprendería una nueva etapa de mi vida y los consejos que me dio, como si fueran los años 20 del siglo pasado en los que se hacía el servicio militar; "sé amigo de los que merezca la pena", "no seas un chivato", "en boca cerrada, no entran moscas", "no bebas más de lo que puedas mear"...y cosas tan maravillosas como estas. Es una imagen que no se me ha borrado de mi cabeza; sentado junto a él, de camino a casa, con los cestos de uvas en el remolque que llevaba mi padre, conduciendo el tractor y la posterior "pisada de las uvas" y el trago del mosto recién hecho, paladeado por mi querido abuelo, que como todos los mayores, tenían unos sentidos que nosotros hemos perdido, decía: "este año, el vino va a ser poco bueno, tiene poco azúcar y mucha agua" y no fallaba.
Recuerdo, también a mi madre en las tardes del mes de octubre, marcando la ropa que iba a llevar y que se nos pedía, con el número 146, que sacaba de una larga tira de cinetocuarentiséises, que había comprado en El Redondel. Recuerdo el día que me fui a comprar el chándal en la calle Santa Clara, en El Heraldo de Zamora, de la marca adidas, (en aquellos años era muy pijo), que con los años me trajo muchos problemas, porque tenía que ser de pantalón y chaqueta azul oscuro y a mi el que se me antojó, fue uno con la chaqueta de color azul claro, pero muy claro. Cuando iba clase de gimnasia en los meses que hacía frío, le tenía que pedir el cabezal a Orduña Justo, que siempre estaba rebajado de hacer gimnasia y no lo utilizaba, porque los profesores, no me dejaban hacer educación física con el mío.
Unos días antes de empezar el curso, fueron las fiestas de Carrascal (El Ofertorio), que se celebraban sobre el día 12 y les decía a las chicas que bailaran conmigo porque me iba a ir de interno a la Laboral e iba a estar muchos días sin ir por el pueblo y con esa tontería, accedían porque les daba pena y en esas fiestas, me hinché a ligar.
Si me pongo a pensar...todos son recuerdos, pero lo dejaremos para otra ocasión.
yo era el 147, que fue un premio de la loteria de este año en navidad. ¿Como es que guardas estas cosas?.... Aunque lo de la asn de papas no la pagaste cabronazo, tienes ahí el resguardo, sin rellenar; cojonudo es Gaspar, como pa pagar estupideces de estas, y más en aquellos años que las APAS estaban empezando. Lo que si me ha sorprendido, es lo de la elección entre ética y religión, yo creí que había estudiado el catecismo por cojones. Sería el 1º año de la elección, no creo que con los curas pudieras hacerlo. (recordad que la Uni, dejó de ser regentada por la comunidad salesiana ese preciso curso, cuando se empezó a llamar CEI) no te jode!! CEI dice.....Algún idiota todavía le llama CEI, ahora que por fin se vuelve a llamar UL
ResponderEliminarAcabo de ver en el periódico el fallecimiento por accidente laboral de Martín Del Rio Martín.
ResponderEliminarEra de Fornillos de Aliste, solo estuvo el primer año, lo llamábamos el zorro.
Parte del texto de la opinión.
Un hombre de 44 años murió en la tarde de ayer y dos mujeres resultaron heridas tras sufrir un accidente laboral en Fornillos de Aliste, al caerles encima unas chapas metálicas cuando se encontraban en el interios de un taller de chapa, según informó eL servicio de emergencias Castilla y León 112. El fallecido es M.D.R.M de 44 años de edad, mientras que las heridas son una mujer de 57 años con iniciales M.P.R.M, (deduzco que es hermana) y otra mujer de 43 años, M.F.G.
Se te hiela la sangre con estas noticias. Yo no lo conocía muy bien, pero si tengo una vaha idea de su cara. Si no me equivoco era del curso C de 1º ¿No?
ResponderEliminarChin, no recuerdo los términos en que mis padres rellenaron los papeles, pero tengo que decir en su defensa, que yo recibí dos lotes de estos mismos impresos; uno, con la concesión de la beca de interno de -80 Km, que es al que finalmente me acogí (claro está) y otro exactamente igual, pero con la beca de medio-pensionista y a los pocos días, llegó la otra carta (la publicada), a la que no me acogí y que fue la que desató la alegría en la familia porque ya pensaba quedarme en casa de mi abuela de Zamora, que parecía una pensión, ya que no solo estaba mi hermano, si no otro primo mio que estaba haciendo la mili de voluntario y otras dos o tres estudiantes más y eso, para mis padres iba a representar un problema porque no había sitio en la casa para más gente.
ResponderEliminarEs posible que conserve los impresos del APA sin rellenar y entregar porque tenía dos. Que yo haya sido de la tribu de los gorrones, no significa que mi padre lo fuera (quiero pensar).
No era mi intención llamar nada al tío Gaspar, faltaría más, mi comentario más bien alaba tal actitud. Pienso que las APAS sólo son un instrumento para lucimiento de los de siempre, pero solucionar problemas reales, de los que se llaman problemas de verdad, nada de nada. No creo que Leoncio, tipo mu hábil para el regateo y las finanzas en general, pagara tal cuota si, como ahora, no era obligatoria.
ResponderEliminarCon respecto al luctuoso suceso acaecido en Fornillos, recuerdo que el ex-compañero cayó conmigo en la habitación en 1º, me cruzaba con él por Aliste mucho, ya que por motivos laborales recorro esta comarca casi a diario, y, aunque no nos hablábamos, siempre me acordaba de sus andanzas, junto a su primo, Avelino, tb en mi habitación, y a Felipe, el gran felipe.
El que si había vuelto a contactar con él, me consta es Julio, de su época de comercial de pinturas Ibersa.
Ya nos hacemos mayores, últimamente vemos pasar a la de la guadaña con excesiva frecuencia,... en fin.....