Los días 7,8 y 9 de febrero tuvo
lugar el “Dalton meeting 2014” en una casa rural en Brihuega, un bonito pueblo alcarreño, a solo una hora
de Madrid.
La recepción por parte de la
dueña, por momentos recordó otras nefastas experiencias vividas en esa tesitura
con anteriores caseras, pero esta vez,
el exceso de locuacidad de nuestra anfitriona, fue cortado de raíz por
un sonoro bostezo del Tío. La casa rural, resultó ser una choza que no tenía
más que un cuarto de aseo en el que sólo había agua caliente de 9:00 a 10:00; la interminable cola a la puerta del baño a esa
hora, dificultaba en gran medida la convivencia y la higiene. De las otras dos estancias
disponibles, una, era la cocina-comedor: disponía de lumbre baja pa cocinar, y
como nevera, una herrada de chapa atada a una cuerda que metíamos en el pozo
del corral. La otra estancia, fue asignada al descanso de la infantería. En
ella dormimos los 23; y el contacto físico, la halitosis perniciosa y el resto
de fluidos gaseosos propios de la noche, te hacían olvidar el frío provocado
por la falta de calefacción.
Estas reuniones familiares, ahora
se consagran a la vigilia silenciosa, y a las purgas gastronómicas; estas
últimas a base de variadísimas verduras,
todas ellas con propiedades diuréticas
e incluso laxantes, diría. Una cura de estas en febrero, no sólo es una
saludable costumbre, también debería de ser exigible a todo buen cristiano,
como penitencia a los excesos cometidos entre Navidad y San Tirso, en el ámbito
competencial de los pecados capitales 1º y 3º***. Nuestra conversión empezó a fraguarse en Tizneros,
donde el triste semblante del panadero, nos
hizo reflexionar sobre la conveniencia de churruscar un par de bichicos con el
único fin de saciar nuestra gula; el año pasado
en Colmenar, un “restaurador” de la villa, se encargó de perpetrar el cordero y el gocho con tal
saña, que no los pudimos comer. Este
año, en Brihuega, la puntilla la ha puesto un carnicero, quien con el fin de enredar
a mi cuñado con el pedido cárnico, le regaló un pack de 24 cervezas; menos mal
que pudimos atisbar tras la maniobra, la siniestra mano de Satán que intentaba tentarnos
desde la profundidad del averno. La decisión es firme, a partir de ahora, sólo berzas y acelgas, … y
la cerveza, sin alcohol… , el ron y el chupito
yerbas , ni olerlos. Agua! que en Brihuega
brota por todos los rincones.
Cuenta Quevedo en “La vida del
Buscón”, que el ínclito Dómine Cabra disponía de un artilugio a modo de jaula,
que atado con un hilo a un palo, como si fuese una caña de pescar, le permitía
escaldar una y otra vez el mondongo y así, con los mismos güesos, podía elaborar varios
caldos. Disponemos el Tío y yo, como encargados de los fogones, de una suerte
de artefacto de similares características urdido en sus ratos libres por el
herrero, solo que para que no suelte hebras, en vez de con cuerda, la jaula y el
palo se unen con una cadena. El invento en cuestión, nos sirve para gobernar los diferentes caldos con un ahorro
calórico y monetario considerable. Este año, primero hemos enjaulado el güeso
de jamón que llevó el Tío a la corrobla y con cuyo caldo acompañamos a las
acelgas de la 1ª noche. Por la textura y consistencia del garrón después de 5
min. cociendo, calculamos que podrá dar cuerpo todavía a otros tres caldos más.
El sábado hicimos lo propio con las patas de gamba y esqueletos del pescado de que
dispusimos para la confección del caldo de la paella. Dejé a la Grande al cargo
del invento, y presa de la conversación,
se le pasó retirar la jaula, con lo que la sopa de pescado de la cena, sólo
tenía pescado en el nombre. Por último el
domingo, después de asistir a misa de 12, nos fuimos pa la chabola a elaborar
las tradicionales patatas con pata; después soltar parte de su jugo, la pata quedó
lista para otro par de escaldados con los que poder acompañar sendos almuerzos
de idéntica naturaleza. En resumen,
frugal fin de semana dedicado al ejercicio espiritual y a la contención del
vicio. … pues eso, que media vuelta a la derecha es como media vuelta a la
izquierda, solo que todo lo contrario. Amén
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