Hace 3 ó 4 años, mi hijo Héctor
me espetó: “papá: Marian y Luismi han
tenido que besarse mucho para tener cuatro niños ¿no? ”. Vaya usted a saber, cómo
pensaría este que se hacían los niños.
Ahora, ya se ruboriza y se sonríe pa dentro, cuando contempla alguna escena subida de tono
en la tele. En este cambio en la percepción e interpretación de las cosas, no
hemos tenido nada que ver nosotros; ellos solos, en los recreos, se encargan de ir
intercambiando historias y “conocimientos”. Ya tiene 10 años, y va perdiendo la inocencia. El día 7, después de la fiebre navideña, me decidí a contarle toda la verdad sobre el
origen de los regalos que todos los años recibe. No he querido que me ocurriese
como con su hermana, cuando le tuve que confirmar lo que ella ya sabía y
no quería creer; entonces, fui acusado
entre lágrimas, de ser un embustero sarnoso, por haberla tenido tanto tiempo
engañada. Cuatro horas, más o menos, estuvo llorando la pobre. Así que el día después de reyes, aprovechando
que las chicas nos dejaron solos en
casa, se lo solté todo; me escuchó impertérrito, con los ojazos abiertos a
tope… no soltó ni una lágrima. Y fijaos si será bueno, que lo primero que me
dijo fue: “ a ver cómo se lo decimos a
María …”. Angelico. Aquí os dejo su última carta a los reyes, no tiene desperdicio. Otra etapa que se quema,
… como en la peli de Tornatore.
Hola. Alguien que no suele venir por aquí?
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