lunes, 6 de enero de 2014

JIMMY AHORRA (Por Chin)



CASH
La gente que vive en los pueblos en general y en las comarcas del oeste zamorano en particular, dispone de dinero en  efectivo. El 90%, jubilados,  y a la vez, aún en activo, no es que produzcan mucho y/o cobren grandes pensiones, más bien lo contrario;  pero no gastan prácticamente nada. No creo que exista en el mundo una tasa de ahorro per cápita que se aproxime a la de estas zonas. Son los hijos de la posguerra, criados prácticamente sin pan, que desconocen lo que es un capricho o unas vacaciones lejos de casa. En estos hogares, euro que entra, jamás vuelve a ver la luz. Hace unos años, cuando acababas el trabajo,  aparecía el paisano con la talega, envuelta y atada con cuerda de rafia y daba comienzo  el desfile multicolor de  billetes gordos; qué gloria!!,….. tan grandes,… tan bonitos  ….. . Ahora,  no se hacen trabajos de mucho dinero, la verdad, pero lo que se curra por estas tierras,  se sigue cobrando bien; eso si, el método de pago ha cambiado. Por un lado el  miedo del paisanaje a los foráneos malosos cien veces vistos en la Tv sensacionalista de media tarde;  y por otro , la normativa de poner límite a los pagos en efectivo, han terminado con la deslumbrante y polícroma  cabalgata que suponía el conteo del papel  moneda.  Ahora,  cuando el pagano es una persona mayor (la mayoría de las veces), lo que hago es acercarlo yo mismo hasta la sucursal bancaria de turno.

Tienen Los bancos dos tipos de clientes: los clientes de pasivo, que son los ahorradores que dejan custodiados allí sus dineros , a cambio de recibir unos pírricos réditos;  y los clientes de activos, que somos los que funcionamos con la pasta de la entidad a cambio de pagar unos intereses desorbitados.  Entendiendo  pues, que el auténtico negocio bancario es prestar  dinero  a tipos  como yo,  que si la cosa marcha,  se lo devolvemos  con creces, y si no, se quedan con toda nuestra hacienda, no alcanzo a comprender la paradoja que supone que en una sucursal se le haga la pelota a quienes han de pagar réditos y miren por encima del hombro a quienes pagamos intereses,  que por tanto somos los que mantenemos el chiringuito.   Con estas credenciales, históricamente, si yo entraba  en cualquier oficina bancaria, donde me conocieran personalmente, se producía una estampida entre la directiva y empleados,  similar a cuando entras en un pajar con ratones, y estos, corren despavoridos cada uno a la ratonera que tenga más cerca. El personal  permanecía agazapado en su eventual guarida,  hasta que, si había logrado engatusar a alguno pa que me atendiese,  yo me largaba,  y según me iba haciendo más pequeño a través de las lunas de la sucursal,  ellos volvían,  poco a poco,  a ocupar otra vez  sus puestos. Entiéndase la metáfora.  Ahora  acudo a las sucursales acompañando a mis adinerados paisanicos, grandes clientes de pasivo;  ya nadie huye despavorido hacia su escondrijo;  ahora todo son piropos y parabienes. Me consta que  van dirigidos  a ellos, sin embargo, al estar yo de por medio, cierro los ojos y me imagino cómo debe ser la vida del cliente de pasivo:  objeto de prebendas ,  pelotilleos  y  palmaditas en la chepa, lejos de exabruptos, servicios jurídicos  y amenazas.  Esperando que llegue el día 25 para cobrar la pensión y/o vender una ternerica ,  y así engordar la cuenta otro poquito, que si es mes de extraordinaria,  o la vaca melgó, hasta  le regalan un juego de sartenes; ….. y aguardando a que llegue el final del plazo fijo para ver cuánto han crecido sus  caudales.  


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