A orillas de un estanque,
diciendo estaba el pato:
- ¿A qué animal dio el cielo
los dones que me ha dado?
Soy de agua, tierra y aire.
Cuando de andar me canso,
si se me antoja, vuelo;
si se me antoja, nado. (…)
diciendo estaba el pato:
- ¿A qué animal dio el cielo
los dones que me ha dado?
Soy de agua, tierra y aire.
Cuando de andar me canso,
si se me antoja, vuelo;
si se me antoja, nado. (…)
(De la fábula “el pato y la serpiente” de Tomás de Iriarte)
Mi suegra es muy buena gente, un poco ingenua
pero es un cachico de pan. Cuando este
año por San Pedro vino a visitarnos, un
día, comiendo, nos comentó que habían inventado un coche anfibio, que lo
mismo valía pa la carretera que pa navegar sobre las aguas. Incluso podía
utilizarse como submarino. Era su manera
de interpretar el anuncio del Nissan
Juke.
Aquella mañana, en Isla Canela, mi Conchi había dormido poco y mal y me acompañó en mi paseo matutino; anduvimos unos 3 km hacia poniente, y nos encontramos con la desembocadura del Guadiana. Aguas arriba se divisaba Ayamonte y el Puente Internacional del Guadiana; en frente, Vila-Real. Nos acordamos de Carlos Cano: ”En lah noshe de luna y clavel, de Ayamonte hasta Villa-Real, sin rumbo por el río, soye un sumbío, dun barco que viene y va…” Estábamos sentados, viendo cómo los lugareños atrapaban coquinas y navajas y de repente me asaltó el tontuno y le dije a Conchi: Si tuviésemos el coche anfibio ese de tu madre en vez de la bicha, navegaríamos aguas arriba y tarde o temprano, llegaríamos a Albacete; con un poco de suerte hasta podríamos ver la feria. Tras recriminarme con la mirada, la referencia jocosa a su madre, preguntó: ¿y qué haríamos cuando llegásemos a los Ojos del Guadiana?; Si cabe por ellos, lo ponemos en modo “submarino” y en paz; si no, conduciremos hasta Peñarroya en modo “off road” para continuar navegando por el embalse hasta Las Lagunas.…y cuando lleguemos a estas, libraremos los saltos de agua entre unas y otras como hacen las truchas cuando remontan para desovar, que el Juke, de potencia, andará sobrao. Después de reírnos un ratico, por la bobada, regresamos . Como la playa, la verdad, no es que me emocione, cuando andamos de bureo, dejo a la gente en ella y me doy una vuelta antes de comer por los restaurantes de la zona para ver, comparar y elegir. El elegido ese día, resultó ser uno muy gracioso en el que había que rellenar como una ficha, tachando con un aspa lo que querías pa comer, pagabas, dabas un nombre, e ibas esperando a que te llamaran pa recoger los platos. Una especie de maldonas pero con comida de verdad y mucha gracia, pues la gente ponía motes en los pedidos y cuando sonaba el mote por la megafonía, el aludido era objeto de mofa por parte de todo el restaurante. Yo le puse el nickName de María (María ticotico) y esta, que no se lo esperaba, al ser requerida por la megafonía, se puso colorá como un tejo. Al acabar, en el mismo local, un cubata DYC/cola 2,70€. Cooño!! ... esta es la mía!!, -pensé-. Cerré los ojos, me acordé de mis tiempos de estudiante y nos soplamos un par de ellos. Por la noche, fuimos a tomar otro cubatica de segoviano al mismo local; había un trío tocando en directo en el que la chica cantaba como los ángeles. La última canción de su repertorio: “María la portuguesa”…. No pude evitar el volver a pensar en el Nissan Juke. Decidimos desde allí, ir en busca de alguna gasolinera para cambiarle las aguas a la bicha. Le eché 20 pavos de gasoil pa disimular y pedí permiso al gasolinero para a hacer el cambio. Las aguas negras se vierten en una especie de casette que se acopla desde fuera, por un lateral, a la taza del váter de manera hermética. El líquido químico, se encarga de convertir, todo lo que toca, en un batido cuyo color, sólo es comparable en lo feo y nauseabundo al pestuzo que suelta. Cuando saqué la casette por primera vez, igual pesaba 10 ó 12 kg. Nunca pensé que se pudiesen generar tal cantidad de detritus en 36 horas; y eso que todavía no habíamos pasado ninguno por allí a soltar en serio. Mas cuando vacié la infernal papilla en el servicio de la gasolinera, creí que me salían todas las gambas consumidas hasta el momento en fila de a uno bailando claké… macho qué asco!!. Regresamos a la playa y con la brisa, conseguí olvidarme del pestilente episodio. (to be continued…)
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