Camiño de Santiago-2013. (Por Chin)
1.-SAMOS-PORTOMARIN
Amanece en Samos y yo, que tengo pillada la hora, ya tomo café abajo … me voy dando un paseo a ver el ciprés. Cuando me uno al grupo, están desayunando en el bar del hostal dónde hemos dormido.
Los primeros síntomas de la falta de preparación de la hostelería para este buen negocio que es “o camino”, se hacen evidentes. Una sola camarera, ya muy agobiada y cabreada, trata de servir con diligencia los desayunos; por supuesto, sin conseguirlo. Ahora a sacar las bicicletas que están en el portamaletas del autobús … seguro que en Arquitectura, existe alguna asignatura encargada del estudio y aprovechamiento del espacio. Los artífices de la colocación de las máquinas en el maletero, la tendrían convalidada, si se matriculasen en la ETSA.
CAMINO : después de unos ripios dedicados al Apóstol y sendos vítores a todas las vírgenes conocidas en la provincia de Albacete, (mi prestigio como ateo confeso está empezando a tambalearse), salimos en fila de a uno por la carretera; el camino, propiamente dicho, nos saluda con una enorme rampa y una señalización muy deficiente y cutre. Una bajada, más ligera, y vuelta otra vez a subir. Esta sucesión de rompepiernas nos lleva hasta Sarria donde paramos a almorzar. Al salir de este pueblo, hacemos 5 Km por la carretera, todos cuesta arriba; la cerveza me sale por las orejas. Acostumbrado a la ancha Castilla, donde hemos estado preparándonos, me parece estar subiendo el Mortirolo. Antes de soltar la bici, al entrar en Portomarín, otro calentón. Sin duda hoy, subirán las acciones de Estrella de Galicia.
CAMINO GASTRONOMICO: Cuando paramos a almorzar, algunos, los menos, tomaron un cafelito y unos dulces; pero el desfile de pinchos de tortilla y jarras de cerveza de a 600 cc por parte del grueso del pelotón, se encargó de dejar el pabellón manchego en su sitio. Al llegar a Portomarín sin apenas tiempo para tomar posesión de nuestras habitaciones, y enfundados con nuestro maillot verde pistacho, invadimos, literalmente, el único local del pueblo en el que la cocina no cierra. Todos comimos un plato combinado que costaba, de media, 6,50€, … pero la cuenta subió hasta los 340 y pico. La operación algebraica arroja cifras sonrojantes: comida: 117 €; vinos, cervezas, licores y gintonics: 223€; os prometo que le acabamos con todo el albariño que tenía , gran parte de la cerveza y toda la ginebra de todas las marcas excepto la Pitman. Por la noche, cena en el restaurante “el mirador” de Portomarín, todo muy rico. La gente, moderada en el bebercio; aún así, la acumulación de calorías huecas provenientes de la bacanal vespertina, desembocó en otro jolgorio sin precedentes en la villa.
CAMINO CULTURAL.: La ubicación actual del pueblo y su trazado rectilíneo, obedecen a que el antiguo quedó bajo las aguas del embalse de Belesar en 1962. Sobresale la iglesia de San Nicolás, fortaleza románica salvada de la crecida y cuyas piedras fueron numeradas en su antigua ubicación, para ser ensambladas de igual modo en la actual.
Estaba cerrada, pero aunque hubiese estado abierta, dudo mucho que nos hubiesen dejado entrar con el follón que llevábamos. También, algunos bajamos a ver el puente romano restaurado en la edad media, ya que la cota del embalse lo permitía.
NOMENCLATURA MANCHEGA El palabro de hoy es arrecío. Estar arrecío, es estar entumecido por el frío; congelao
BAILES REGIONALES: Cerrad los ojos y veréis a 18 cincuentañeros, a las siete de la tarde, vestidos de ciclistas, cantando canciones de los 60/70 y bailando manchegas por medio de la calle. Un espectáculo, objetivo de muchos teléfonos/cámaras de los cientos de peregrinos que a esas horas paseaban por Portomarín. Por el bien de nuestra reputación, espero que no nos cuelguen en el YOU TUBE. Por si no había bastante, por la noche, en el restaurante, Teto le pidió prestada la guitarra a unos chavales que cenaban en nuestra misma planta, y la volvimos a liar parda. Tanto fue así, que el metre del restaurante quiso sobornarnos con unos cubatas para que no nos fuésemos; cometió el error de brindar la invitación a algún miembro del grupo que aún tenía la cabeza en su sitio y pensando en la siguiente etapa, amablemente la declinó. (de esto nos enteramos por la mañana, claro). De camino al Parador, a la una y pico, y por tanto solos, tapamos la calle desfilando de a 6, al estilo de los moros y cristianos de Almansa, y de paso tarareando, de esa guisa, “Paquito el chocolatero” y la BSO del viaje, que ya va saliendo mejor. Hacía tiempo que no me reía tanto como hoy.
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