domingo, 17 de febrero de 2013

MILAN Por Chin



MILAN (sin acento,  ojo!!)
Querido Gerard Piqué,
 Llevo unos días intentando contactar contigo con el fin de que, al menos,  reconsideres lo de bautizar a tu neófito con el nombre de una goma de borrar. Te adjunto un listado de nombres, de los de verdad,  de los que yo he conocido en  Arquillinos,  que espero sean convenientemente sopesados, con el fin de bautizar a la criatura como Dios manda. Dejaros en paz de mariconadas.
 
Esuperio, Adulcino , Tiburcio, Isauro, Numeriano, Servando, Leonardo,  Modesto, Tarsicio (3), Evencio,  Claudio, Abilio (2), Eufrasio,  Leoncio(3), Aquiles, Wenceslao, Cirilo, Casimiro, Cecilio, Restituto, Licesio, Desiderio, Belisario, Cástulo,  Dacio, Victorino,  Feliciano, Procopio, Valentín (2), Hilario, Cesidio,  Saturio, Ursicino, Danmacio, Ulpiano, Anastasio,  Liborio, Elicio, Valeriano, Raimundo (2), Amós, Licinio, Leopoldo, Horacio (2), Heraclio, Maximiano, Nemesio, Trinitario, Clemente,  Ceferino, Antidio,  Abelardo, Octavio, Ventura, Lucio, Celestino, Arcadio, Perfecto, Segundo, Quinciano,  Heliodoro, Servilio, Teodomiro,  Eutiquio (2), Dimas,  Crescenciano,  Herminio , Asterio,  Eutimio , Ezequiel, Ubaldo,  Marciano, Galo, Zacarías y Millán. Este último, culé hasta la médula, os hubiese agradecido mucho el gesto de añadir una letra y un acentico de nada a ese estúpido nombre vuestro,  ¡seguro!.
Si os da la bobada de tener algún día una niña, hacédmelo saber con tiempo y os propondré una lista de similares características, procedente también de mi pueblo, porque la  versión femenina, tiene tela. Besos pa Sakira.
(Entre paréntesis, las veces que se repite en el pueblo el nombre aludido).

jueves, 14 de febrero de 2013

París 1983

Mi primer viaje a París, lo recuerdo con un especial cariño ya que, como dice Cocodrilo Dundee en una de sus películas, es "mi primer viaje y punto". Nunca había salido de casa, lo más lejos que había ido era a varios pueblos de la provincia de Zamora en visitas a los campos de fútbol de 1ª Regional con el Carrascal.
Corría el mes de marzo de 1983, cursábamos 1º de F.P.II y aún tenía 16 añitos a punto de cumplir los 17.
Se presentó la oportunidad de que mis tíos iban a ir en coche para llevar a mi prima, que estaba estudiando en Zamora con sus padres en París, para que estuviera con ellos en las vacaciones de Semana Santa y no me lo pensé. El viaje en coche fue un desastre de dimensiones apocalípticas en cuanto a las relaciones familiares, pero mi prima y yo, nos abstraímos de todo y disfrutamos del paisaje, aunque no nos veíamos las caras porque en medio de los asientos traseros había una pila de cajas separándonos. Yo daba con la cabeza en el techo del Renault 9 y con el suave movimiento, acabé por hacerme un peinado a lo "afro" apreciable en las fotografías de los días posteriores. Ni que decir tiene que a esas edades, lo de lavarse con frecuencia o ducharse, no entraba en mis planes y creo recordar que sólo me duché una vez en los 9 días que duró la aventura por lo que mi peinado duró así los días de las vacaciones. Hicimos noche en Bilbao, en el piso que aún conservaba mi tío en su paso por allí cuando era profesor de instituto. Al pasar la frontera francesa, el coche se estropeó y tuvimos que recabar en un taller de la localidad de Hendaya. Para mí, eso no supuso ningún contra tiempo, porque me dio la oportunidad de ver el mar por primera vez en mi vida y aunque hacía un día desapacible de viento y lluvia, la visión de aquella inmensidad de agua y las olas encrespadas de espuma blanca, se ha quedado grabada en mi memoria para siempre. Permanecimos en Hendaya unas dos horas hasta que arreglaron el problema eléctrico y desde allí, no paramos hasta París.

No os podéis imaginar el impacto que causó en mí aquella metrópoli. Nunca había visto una ciudad tan grande, ni siquiera Madrid, pero creo que por aquel entonces, las diferencias de modernidad y libertad con el resto de Europa aún eran evidentes y el hecho de encontrarme con tanta información visual, me conmocionó. Miraba las cosas con ávida curiosidad y de aquellos días todavía guardo escenas imborrables; nunca había visto tanto negro junto o quizás, no había visto ninguno y cuando los veía, me quedaba mirándolos como un idiota, porque además, vestían o se peinaban con un estilo que yo no había ni imaginado y uno de ellos en la estación de metro de Nation, cerca de donde vive mi tía, al quedarme mirándolo, me espetó: ¿TU VEUX MA FHOTO? (¿Quieres mi foto?) No hizo falta que mis tíos me lo tradujeran, porque al verle la cara de desprecio y de cabreo por estar mirándolo, volví la mía a otro lado inmediatamente.

Debo decir que algo de francés si entendía porque en la E.G.B, estudié el idioma, además de escuchar a mis primos todos los veranos cuando hablaban entre ellos y de eso, algo se me quedaba.
De los días que pasé en la ciudad, recuerdo la mayor parte de lo que hice, pero no voy a hacer un relato exhaustivo, solo contaré lo más reseñable.
Debo decir que en la familia, en esos días, estaban muy ocupados, dado que para mis tíos, no eran vacaciones, mis primos-as, eran demasiado pequeños (10.12 y 14 años), mi tio conductor, iba a su rollo y la otra tía que nos acompañó en el viaje, que había estado unos cuantos años trabajando en París, también iba al suyo, por lo que la mayor parte del tiempo estuve yo solo.
Cuando mi tía me lo recuerda ahora, me dice que no sabe cómo me dejó salir a mí solo por una ciudad tan grande, desconocida, con idioma diferente y a un niño que no había salido de un pueblo. Me dio un plano de metro, un billete de 10 viajes de metro, el código de entrada a casa para el portero automático, el número de teléfono y la dirección y unas chocolatinas,galletas y un refresco de fresa que estaba buenísmo y a la calle a conocer mundo.
 
Quedé maravillado con todo lo que veía; entendí porque se le llamaba la ciudad de la luz y cada monumento, edificio, calle, escaparate, jardín, barco o gentes que veía, me deslumbraban y llenaban mi mente de imágenes nuevas y modelos nuevos de vida que hasta entonces no había visto. 

Desde entonces, soy un enamorado de París y con la suerte de seguir manteniendo a parte de mi familia allí, cada vez que podemos, hacemos una escapada. Tengo que decir también, que mi mujer y mi hijo comparten los mismos sentimientos que yo.

Una de mis escapadas la hice a la zona más golfa de la ciudad: Pigalle, la zona dónde está Le Moulin Rouge y todas las tiendas Sex-Shops que uno se pudiera imaginar. Yo nunca había visto tal acumulación de sexo y desenfreno en mi vida. Por todos los lados había chicas que se ofrecían a hacer servicios de carácter obsceno y charlatanes ataviados con vestimentas llamativas, ensalzaban los placeres que proporcionaban los espectáculos de sus locales e invitaban a los transeúntes, turistas y curiosos como yo a entrar por las engalanadas puertas de sus antros. Yo, furtivamente, me colé en un local de vicio y depravación, donde había unas maquinitas que si le echabas un franco y te asomabas por un ridículo visor, veías unos 12 ó 14 segundos de una película porno (lo más culminante). En mi vida había visto ese tipo de imágenes en movimiento y quedé estupefacto con la visión, pero acto seguido, cuando estaba metiendo mi mano en el bolsillo, para coger otro franco y dirigirme a otra máquina, un zarpa me cogió del hombro y me escudriñó la cara, diciéndome algo que no quise entender y le contesté: "JE NE COMPRENDS PAS", pero no se rindió y en un perfecto italiano me preguntó ¿"DICIOTTO"?. Tonto de mí, le dije en español: "16" y por poco me saca a patadas del local.
 
Otra de mis anécdotas de aquel viaje está relacionada con el único día que uno de mis primos, que por aquel entonces tenía 20 años y que no vivía en París, si no en una localidad de las afueras, vino para sacarme por ahí. Me llevó al barrio latino y también a los tugurios del lugar, donde, en algunas de sus calles, se ejercía el oficio más antiguo del mundo y como mi primo era y sigue siendo un caradura, lo pasamos en grande, pidiendo servicios y precios, de esta manera, nos acercábamos a las chicas y les veíamos de cerca en su casi desnudez, para terminar corriendo de ellas cuando comprendían las intenciones de mi lascivo primo y su inexperto acompañante quinceañero. Alguna de ellas, a punto estuvo de arrearnos con el bolso en el cogote.
Ese mismo día, subimos, al atardecer, andando las escaleras de la Tour Eiffel y la impresión fue indescriptible: la ciudad a mis pies, que se perdía en el horizonte de incipientes luces, los Bateaux Mousses dejaban estelas rizadas en las oscuras aguas del Sena  y la gente en un suelo a más de 300 metros de mí, pululaba como si fueran hormiguitas.
 
 En el segundo piso, conocimos a una extraña pareja alemana de unos 20 años también y nos hicimos amigos suyos para el resto de la tarde. Era curioso; el chico sabia alemán y español  porque su madre era española, la chica, hablaba alemán e inglés, mi primo, francés y español y yo solo español, pero nos entendimos bien, aunque con un poco de lentitud. Recuerdo el largo paseo por Les Champs Elysés, las Crèpes de Nuttella, coco y plátano que nos comimos los cuatro, camino de su hotel y la búsqueda de una tienda dónde comprar una botella de vino, porque la alemana, no se iba a la cama si antes no se bebía una botella de vino.

Otro episodio del viaje tiene que ver con unos extraños artefactos que había en la mayoría de las rues y de los boulevards céntricos y que con unas letras luminosas verdes, anunciaban "Toilettes". Sabía lo que significaban, pero por más que intentaba abrir la puerta para entrar a hacer mis necesidades, me veía incapaz y pensaba que siempre estaba ocupado. Al final, mi tía me explicó que había que meter una moneda y entonces se habría la puerta, el luminoso se ponía en rojo y te permitia entrar. Lo probé por aquello de la modernidad y la verdad es que me dio un poco de grima porque al sentarme, lo noté calentito y pensé que alguien lo acaba de usar. Lo que sí me gustó fue que mientras lo utilizabas, tenían música ambiente para que la estancia fuera más agradable. Después me explicaron que cuando era utilizado, se giraba y se lavaba completamente con agua caliente, de ahí el calorcito.
En el fin de semana, fue cuando mi tía, el sábado y mi tío el domingo, me sacaron por otros lugares de la ciudad y alrededores. Mi tía Anita siempre ha sido muy generosa conmigo y cuando salí con ella, me compró todo lo que yo quería. Hay prendas de las que uno no se puede olvidar y las tres cosas que me compré en aquel viaje, no me puedo olvidar: unas deportivas adidas blancas con velcro (nunca vistas en España) y de las que no me quitaba ni para dormir (Así olían después), una sudadera de AC/DC gris con el cañón de "For Those About to Rock" en negro y un gersey con las mangas rojas y el número 6.

Regresamos también en coche, aunque sin mi prima, justo para llegar al último día de vacaciones.
Aquel viaje, no es que me cambiara para siempre y tuviera una experiencia que hizo ver la vida desde otro punto de vista, pero abrió mis ojos al mundo y comencé a despertar y a comprender todo lo que se nos venía encima en España.

lunes, 4 de febrero de 2013

Ayrton Senna

Quiero hablar de una de mis aficiones que nacieron justo en los años en los que estábamos en la Uni: la Formula 1.
Ahora que este deporte ha sido encumbrado a uno de los puestos más altos entre las aficiones de los españoles gracias a Fernado Alonso, de lo cual me alegro mucho, porque también yo, tengo predilección por el asturiano, me vienen a la memoria los recuerdos de mi incipiente pasión por este deporte del motor que nació en 1984, cuando Ayrton Senna comenzó a pilotar en Formula 1, un bólido que sólo él, era capaz de sacarle el 200%; un Toleman-Hart, que para los que no conocieron aquella época, viene a ser como un coche de la parte media-baja de la parrilla, por ejemplo, los Toro Rosso de 2012. Con este coche, consiguió puntuar en alguna que otra carrera, sorprendiendo a todo el mundo que entendía del "gran circo"y eso que antes el 1º se llevaba 10 puntos y es 2º sólo 6, puntuando sólo 6 pilotos, incluso estuvo a punto de ganar su primera carrera en Mónaco bajo la lluvia, si no la paran cuando aún no se había cumplido el 75% de la carrera para el final porque se acercaba al que iba a ser su gran enemigo en los años posteriores, Alain Prost, que la lideraba y estaba cagadito de miedo, levantando la mano cada vez que pasaba por línea de meta para que su amigo y presidente de la FIA, francés como él, terminara por ordenar que la pararan, viendo como un novato brasileño a bordo de un coche de tercera categoría, le recortaba más de cuatro segundos por vuelta. Esta decisión le costó el campeonato de ese año en favor de Niki Lauda por medio punto, ya que si se hubiera cumplido más del 75% de la carrera, aunque hubiera sido 2º, hubiera cogido los puntos suficientes para ser campeón. ¡Todavía recuerdo aquella mañana de domingo viendo la carrera por televisión!
 
 Al año siguiente, cambió de equipo, a Lotus, una escudería en claro declive, después de haberlo sido todo en Formula 1. Era el año 1985, el año en el que estábamos en 3º y se puede decir que aquí fue cuando me enganché de forma definitiva al espectáculo, que sé, mucha gente no entiende, pero que cuando tienes 17 años y alguien como este brasileño hace cosas con un coche que nadie es capaz de hacer, sientes que se parece un poco a ti, que luchabas contra todo y te querías comer el mundo. Los colores del Lotus, también tuvieron algo que ver, porque era el más llamativo de la parrilla, con ese negro y dorado de John Player Special. En su segundo año, fue capaz de ganar 2 carreras y quedar 2º en otras tantas, terminando 4º en el campeonato.
 
 Recuerdo como ahora mismo la primera carrera que ganó. Era domingo, había ayudado a mi madre a hacer la ensaladilla rusa para comer y después me había ido a jugar el partido de fútbol de los domingos que jugábamos en casa, contra el Coreses, al que por cierto, ganamos 2-0. Mientras comíamos, vi la carrera, emocionante hasta la línea de meta, en la que pasó por delante de Nigel Mansel por una de las diferencias más escasas de la historia de los grandes premios. Mi alegría fue enorme, tanto más que ver al Real Madrid una liga o una copa de Europa.
No voy a hacer un relato de toda su trayectoria porque, aunque corta por los motivos que todos conocemos, fue de las mejores de la Historia de este deporte y no sólo para mí, pienso que es el mejor de todos los tiempos. Hay muchas formas de cuantificar y calificar a los pilotos y no voy a entrar a discutir con nadie sobre ello, ni número de títulos que poseen, ni pole positions, ni vueltas rápidas, etc. Él pilotó en una época, donde todavía primaba la conducción pura sobre cualquier otra cosa y aunque el coche, la ingeniería, los neumáticos, etc, eran importantes, pongamos que el 70%, el resto, ese 30% era el piloto y él era la diferencia con todos los demás, aunque tuvieran coches infiinitamente mejores que el suyo.
Fue una época en la que se batió en duelos memorables con los mejores pilotos de aquella década maravillosa como Neslon Piquet, Alain Prost, Nigel Mansell, Damon Hill ( todos ellos campeones del mundo), Gerard Berger y un largo etécetera, incluido Michael Schumacher en sus dos últimos años de competición y en igualdad de condiciones, los batió a todos en calificación y en carrera.
Estuvo dos años más en Lotus, pero tanto él como los mejores equipos, sabían que estaba hecho para pilotar el mejor coche y al año siguiente fichó por Maclaren, teniendo como compañero de equipo, que no amigo, al todo poderoso y 2 veces campeón, Alain Prost, que destrozaba a todos sus compañeros en el terreno deportivo y personal, pero que Ayrton no pudo. Ese mismo año se proclamó campeón del mundo por primera vez. A partir de ese momento y por diferentes motivos, la relación fue cada vez peor y Prost tuvo que irse del equipo porque nadie en el, lo soportaba, después de ganar otro título del mundo lleno de polémica y que más que ganarlo en la pista, frente a Senna, lo ganó en los despachos y con la ayuda del presidente de la FIA, francés como el, Jean Marie Balestre antes de marcharse a Ferrari y acabar siendo despedido de éste por llorón ya que siempre echaba la culpa al coche cuando no era capaza de competir con el Maclaren de Senna, que volvió a ser campeón del mundo en 1990 y 1991.
 
Esta época fue la explosión de la Formula 1 a nivel mediático en el resto del mundo por los duelos casi a muerte entre ellos dos y en el que algunas veces se metían otros como Mansell o Hill, Patresse, etc.
En 1992 hubo un cambio radical en la Formula 1 y a falta de reglamentación sobre el tema, la electrónica y la robótica, se apoderaron del paddock y los Williams-Renault de Mansell y Patresse, arrasaron a todos de manera humillante, siendo sus coches más rápidos en más de un segundo por vuelta gracias a la ayuda de la suspensión activa y control de tracción en la que los pilotos, sólo se tenían que preocupar de pisar a fondo el acelerador y llevarlos por lo negro porque la electrónica, hacía el resto. Ganaron el campeonato dos años seguidos, uno de ellos con Prost, que listo y ladino como el solo, había sabido jugar sus cartas y se había cambiado a este equipo después de estar un año descansando, despedido de Ferrari. También fue muy listo al firmar su contrato y poner en una claúsula que mientras durara su compromiso con Williams, Senna no podría ser su compañero. De esta manera, se aseguraba que el brasileño, no ganaría más veces si el pilotaba aquel formula uno superior a los demás. Pero Frank Williams y los patrocinadores querían a Senna a toda costa y echaron a Prost después claro está de que ganara el título de nuevo con este coche imbatible y ficharon a Senna para darle lo mejor al mejor.
Esta fue la gran equivocación de Ayrton Senna, ya que el año de su fichaje, cambiaron las normas y se quitó todo tipo de ayuda electrónica. El Williams pasó a ser un más del montón en la parrilla y Senna tenía que luchar a brazo partido para domar al "potro desbocado" en el que se convirtió "la bestia" sin las ayudas electrónicas. Maclaren era mejor coche y sobre todo el Benneton de Michael Schumacher, del  que Senna siempre sospechó que por alguna triquiñuela del archiconocido Briatore, mantuvo esas ayudas electrónicas escondidas.
 
Y llegó la 3ª carrera de la temporada en Imola. Senna necesitaba la victoria ya que se había tenido que retirar en las dos anteriores. Fin de semana nefasto, con el accidente de Barrichelo en los entrenamientos y el de Ronald Ratzemberger en la calificación que le costó la vida.Senna tenía   malas vibraciones pero decidíó seguir. Hizo la Pole Position pese al accidente mortal del austriaco, pero estaba abatido y si hubiera sido por él, no hubiera corrido, pero no quería decepcionar y salió a ganar.
Lo que ocurrió después, es de todos conocido y no voy a hacer mención detallada. El más que posible fallo mecánico del coche y la mala suerte, acabó con su vida en la fatídica curva de Tamburello.
Para mí, los primeros de mayo, no son la fiesta del trabajo, si no el día que Senna murió en un circuito de carreras, para dejar de hacerme soñar cada fin de semana.

Recuerdo aquel día y la desolación que sentí con aquello, que no me parecía verdad, acude a mi memoria y aún me entristece recordarlo. En aquel entonces, ya llevaba casi 4 años en Madrid y compartía mi vida con la que hoy sigue siendo mi mujer. Hicimos el viaje de regreso a nuestra casa en Madrid, desde Zamora, esa tarde. Tuvimos todo el camino, la radio del Corsa encendida para saber noticias de la posible resurección de Ayrton, pero no ocurrieron y las lágrimas de tristeza, resbalando por mis mejillas, nos acompañaron durante los 250 Km de recorrido, siendo consolado por las caricias en mi pierna derecha por mi amada.
 

La Formula 1, siguió siendo mi afición a pesar de lo sucedido y de la televisión, en este caso Tele 5, que había cogido los derechos de retransmisión ese mismo año y que a partir del siguiente, por la baja audiencia, comenzaron a emitir las carreras en diferido a las dos de la mañana y allí estaba yo, viendo a los nuevos pilotos como Schumacher, que ese mismo año se proclamó campeón del mundo por 1ª vez.
El que me conozca sabe que no soy de ídolos, gurús, santos ni visionarios, pero Ayrton Senna cautivó mi atención desde siempre y sabiendo que era un ser humano con defectos, incluso más de los deseados, hacía que tuviera ilusión y alicientes por ver triunfar el talento, el virtuosismo, los principios y el trabajo continuo en pos de conseguir la victoria.
De alguna forma y salvando las distancias, Fernando Alonso, se parece un poco en esencia a lo que él defendía y como tal, tiene sus detractores y sus fervientes admiradores, como pasaba con el brasileño. Yo, me encuentro entre los que le admiran, sintiendo de forma intensa sus victorias, algunas de ellas épicas, como muchas de las que consiguió Senna...y es que los románticos somos así.

Hablaría sobre esto mucho más, de forma más detallada y con mucha más información, pero sé que no todo el mundo comparte esta afición y aunque para mí, este relato sobre un piloto de Formula 1, se queda corta, creo que para dar una idea de lo que significó para mucha gente, es suficiente.

En marzo de 2013 cumpliría 53 años, pero todo el mundo lo recordará joven e intrépido, luchando contra el crono en cada vuelta, en busca de la perfección.