Zahara de los Atunes es un sitio de guiris que ha crecido en torno
a lo que un día fue un pequeño pueblo de pescadores. No sólo su nombre, la
fisionomía y arquitectura de su casco antiguo, así lo delatan. Tiene una espléndida y
kilométrica playa azotada casi
siempre por un molestísimo viento. Cuando llegamos al pueblo, empezaba a
amanecer y mi gente todavía dormía, así que
me dispuse a dar mi paseo matinal. El pueblo tiene una senda habilitada
para caminar, que discurre bajo una pérgola
de madera muy bonita, alrededor de gran parte del casco urbano. Los
postes que sujetan la pérgola, sirven además, para fijar unos carteles pegados
por el Ayuntamiento, recordando a los dueños de los perros la obligación que
tienen de recoger sus regalos. Cada cuatro postes hay un cartel. Los efectos de
la cartelería parecen ser contraproducentes,
pues jamás vi tal densidad de morcillas; ni en mi recordado slalom navideño. Decidimos, después de desayunar, irnos para Tarifa.
Tiene mi Conchi un cartelico
pegao a la frente que reza: ¡cuéntame tu vida!;
se ve perfectamente, aún de lejos, pues es costumbre entre sus
interlocutores, sobre todo los que no la conocen de nada, proceder a la narración completa de sus
triunfos y penaeros. A veces, si se emboba,
también los de sus descendientes
e incluso parientes laterales. En el pueblo del viento, no fue una
excepción: Un tipo con buen aspecto que
pasaba por allí, nos oyó especular sobre
la cercanía de la costa africana, y el fulano, que decía ser un capitán
de los ferrys que hacen la ruta a Tánger, nos diseccionó un tratado completo de
la historia de las relaciones comerciales con el norte de Africa . Después de
media hora dándonos la brasa, logramos darle esquinazo mientras nos explicaba
el origen de las corrientes del estrecho.
El pueblo más meridional de
Europa, se ha hecho rico por su estratégica posición geográfica, que le
genera mucha población flotante y mucho comercio, y el por el insufrible viento
que constantemente la azota (manda güevos!! ).
El antaño viento maldito, en la
actualidad le está dejando un montón de duros a través de los parques eólicos y de deportes como
el kate-surf y wind-surf, que, gentes
venidas de todo el mundo, practican en sus playas. Esta mezcla de culturas
redunda en una ciudad muy variopinta y curiosa,
donde lo mismo puedes comer en un restaurante italiano que entrar a
comprar en una tienda de artesanía neozelandesa.
En el día y pico que paramos
en Zahara de los Atunes, tres o cuatro veces, y en distintos ambientes
del pueblo, escuchamos el mismo comentario: ¡ezo eh máh barato en Barbate!.....
así que al día siguiente pallá que fuimos. En Barbate había un gorrilla, que
cada vez que ayudaba a aparcar un coche, lo celebraba con una visita al bar.
Cuando me ayudó a estacionar la bicha, también
lo hizo, y como me quedé por allí mientras Conchi se arreglaba, estuve
observando sus idas y venidas a la taberna. No perdonaba una: coche aparcado,
vino pa dentro…... coche aparcado, vino pa dentro…..
Para conocer los pueblos, hay que
mimetizarse con el populacho. Yo, para mi asalto a la cultura barbatense,
mientras Conchi y los nenes daban una
vuelta al mercadillo, elegí el bar de CC.OO. En el colmado sindical, conocí a
un sujeto que bebía los chupitos de JB sin hielo a media mañana, al mismo ritmo
que yo las cervezas; y fueron unas cuantas; yo esperaba que se le trabase la
lengua un poco, pero el tipo no daba muestras de estar pedo (yo casi lo
estaba). Era un pescador jubilado y su conversación era muy agradable. Me
recomendó un local para comer y me subrayó que no nos fuésemos sin conocer Vejer de la Frontera.
(To be continued)
hooola.... hay vida por ahí???.... to,toc,toc,.... muéstrate en forma de click....
ResponderEliminarYo siempre estoy por aquí. Estoy disfrutando de vuestras peripecias, además, todos los lugares de los que hablas puedo rememorarlos porque en las vacaciones que comenté anteriormente, visitamos prácticamente los mismos lugares que vosotros. Un abrazo.
ResponderEliminarCOOÑO, me se ha olvidao el último capítulo.... va pallá.
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