Corría el año 1983. Ya habíamos pasado al comedor de los de F.P.II y poco a poco, nos hacíamos con una marca clara de territorio, porque en poco tiempo y sin pretenderlo, nos hicimos los amos del cotarro ante la indolencia de los de 2º, la complicidad de los de 3º y la incredulidad incómoda de los "sherifs" del lugar, sobre todo de Federico (Fede), que al principio era azuzado por el director de colegio, Carlos, para que nos enseñara los dientes y nos llamara al orden, pero que cuando se vio con un poco más de soltura, convirtió en deporte de entremeses y primeros platos, incordiar a determinadas mesas, que según su criterio, alborotaban en exceso la "pax" salesiana del antaño, sagrado comedor y si no, que se lo digan a Paco. Con este clima tan propicio, ya que hacer levantar a Federico de su silla cuando estaba comiendo para que pusiera orden, nos hacía regocijar especialmente, se entretejían estrategias divertidas para después reírnos de lo acontecido y del enfado del educador de turno.
A parte de este entretenimiento del que hacíamos gala con algunos de los educadores, también ocurrían muchas bromas entre nosotros, concursos, etc.
Este verano me encontré con César, hermano de Ricardo y de Toñico, en una de las típicas calles de tapeo zamoranas y estuvimos hablando unos minutos de aquellos años y me hizo recordar la especial convivencia que tuvimos con él y la mayoría de sus compañeros de 3º en el año que nos empezamos a hacer mayores y subimos a F.P.II. Hacía ventitantos años que no lo veía y practicamente no ha cambiado nada desde entonces. Verlo, me hizo recordar algunas de las anécdotas que vivimos y compartimos con ellos en aquel año en el que tantas cosas pasaron en nuestras vidas (al menos, en la mía).
La historia que me vino a la cabeza nada más dejar de hablar con él fue; " la historia de un filisteo". Ésta tuvo como protagonistas a nuestros compañeros de 3º de aquella época, con los Avelino, César, Escarda, Avedillo y un largo etcétera, a los que les pongo cara pero no nombre.
Entre ellos había algún que otro "pique" y con alguno en especial, se tenían verdadera mala idea o envidia o lo que fuera. Uno de ellos era ..., bueno, tampoco es cuestión de dar nombres, pero por aquel entonces ya tenía novia formal y del que nos tenía informados a unos cuantos de 1º sobre la evolución de su relación con la chica y aprendíamos algo de las experiencias que tenía él. Este chico, como mucha gente, supongo, era un pelín escrupuloso y hubo una temporada en la que se subía desde el comedor, por las escaleras que daban acceso a la planta de las habitaciones, sin cenar, aún sin saber lo que había de cena porque todavía no habían puesto las viandas en las mesas.
Este tema, a unos cuantos de 1º, entre los que me incluyo, nos tenía intrigados, pero cuando le preguntábamos por el motivo, nunca nos lo decía y se excusaba diciendo que no tenía hambre o que la cena no le gustaba.
Nosotros, hacíamos cábalas pensando que gracias a su pituitaria original y hermosa, conseguía adivinar lo que había de cena y al bajar por las escaleras, ya sabía exactamente el menú y por eso no cenaba. Pero esto lo deshechamos, porque sí llegaba a sentarse en la mesa que tenía asignada con sus compañeros, pero una vez que lo hacía, era cuando se levantaba y se iba.
¿Misterio, penitencia, promesa, dieta...? NO:
AVERSIÓN A LOS FILISTEOS
Esto fue lo que nos confesó uno de los que compartía mesa con él.
Para mí, eso no significaba más que otro misterio. ¿Quiénes eran los filisteos? y ¿Qué relación podrían tener con que no cenara el chaval? ¿Acaso era un fanático religioso y la tribu de los filisteos, de la que habla la Biblia, ejercía una influencia tan poderosa en su conciencia que le impedía ingerir los alimentos?
No me atreví a preguntar, porque mis allegados compañeros, parecían saber quienes eran aquellos hombres que, por su culpa, hacían pasar hambre al susodicho chaval, ya que cuando nos lo dijeron, se echaron a reír.
Al final, me armé de valor y le pregunté a Aguado, que era el que más sabía del tema bíblico y para mi sorpresa y estupor, los filisteos no eran los sujetos que fueron coetáneos de los judíos de las épocas del Antiguo y Nuevo Testamento, si no: LOS PELOS DE LOS COJONES, que algún bromista tenía por costumbre colocárselos en el plato donde éste tenía que cenar.
P.D. He estado indagando por donde he podido y no he conseguido encontrar ninguna referencia que certifique que a los pelos de los cojones o de la ingle, se le denomine Filisteos. Si alguien sabe el motivo que me lo diga.
P.D. He estado indagando por donde he podido y no he conseguido encontrar ninguna referencia que certifique que a los pelos de los cojones o de la ingle, se le denomine Filisteos. Si alguien sabe el motivo que me lo diga.
jajajaja... César está igual... si tuviera pelo...
ResponderEliminarRecuerdos, memorias, pasajes, ocurrencias, bromas, de toooo...
ResponderEliminar