Transcurrían los primeros días del curso 1984-85 y la clase comenzaba a turnarse por los diferentes departamentos funcionales del taller. No recuerdo con exactitud todas las actividades que perfeccionamos durante el curso, pero de las que me acuerdo, no sé si pertenecen en su totalidad a 3º o son de años anteriores. Voy a enumerarlas y si alguno de vosotros se acuerda con más precisión, hacérmelo saber y las corrijo. A saber; fresa (en sus distintas versiones, incluida la Kondía, fuera de horario lectivo), torno (también en diferentes versiones, incluido el de control por clavijas de diones o control numérico), electricidad, laboratorio de materiales, soldadura (todas las versiones de que disponía el departamento).
Para mí, sin duda, donde mejor me lo pasé ese curso y donde más me reí en todo mi paso por los talleres, fue la temporada en la que estuvimos en el área de soldadura con nuestro apreciado profesor D.Marcos (que en nuestro 25º aniversario nos honró con su compañía en gran parte del día). Los grupos de rotación, no éramos muy numerosos e íbamos por orden alfabético, así que es fácil saber más o menos los que formábamos parte de cada grupo. En el que yo estaba, éramos: Jodra, Masico, Mayo, Luismi, Peláez, Jarero, Manuel Luis y yo.
La época que quiero reflejar, era sin duda la mejor para nosotros porque ya teníamos una entidad y una identidad dentro del taller y los profesores, nos trataban con el respeto del que pronto va a ser un técnico especialista, como lo eran en su mayoría, ellos mismos, antes, maestros industriales. Las broncas del Fernando o del Pepe, no tenían la misma virulencia que en cursos anteriores, es más, durante 3º, no recuerdo conflictos con ninguno de nosotros, aunque siempre se marcaron las distancias.
La clase se debatía por aquel entonces, entre ir o no de excursión y si lo hacíamos, cómo montárnoslo, entre pedir que se nos enseñara a manejar la Kondía en horas fuera de clase o dejar las cosas como estaban, entre hacer los dibujos del Mauro en el tiempo exigido o calcarlos con las hojas de las ventanas de los dormitorios, entre emborracharnos en Blumen o en el Chicote, entre ir a Ramsés o a Niton's, entre enamorarnos o seguir siendo libres. En fin, no quiero hacer muy larga esta entrada porque si no, os puedo aburrir un poco, que cuando me pongo nostálgico, no sé lo que me puede salir...
Mi grupo de taller, había caído en la casilla: Soldadura, con Marcos. El primer día del módulo, nos dio una charla de los objetivos que se iban a conseguir y las normas básicas de funcionamiento y comportamiento en su clase. También nos recordó los fundamentos de la soldadura fotovoltaica, que repasaríamos para ir adquiriendo las técnicas más avanzadas en poco tiempo, ya que el tema lo deberíamos tener dominado de cursos anteriores.
Nos pusimos en grupos de dos, nos dio unas piezas de hierro para que hiciéramos una soldadura de prueba. El cordón que debíamos hacer, debía transcurrir entre las piezas en forma de "V", con las técnicas que hubiéramos aprendido y después él, haría una valoración para corregir errores, si los había.
Se acerca al primer grupo: Masico-Mayo y nos llama a todos los demás para que oigamos lo que tiene que decir con respecto a las soldaduras realizadas por los compañeros.
Allí, está Mayo con la careta de protección de los rayos ultravioleta en la cabeza y levantada hacia arriba, mano izquierda metida en el bolsillo izquierdo del mono y a la vez apretada con el puño cerrado y en la mano derecha, el arco voltaíco con un electrodo casi consumido por completo y todavía humeante como si acabara de perpetrar un duelo en el salvaje oeste.
Marcos, se dirige a nosotros, apuntando hacia las piezas que Mayo acababa de soldar y nos dice:
- "Esto es una chapuza de cordón", "parece una cagada de una pega con diarrea", "de un golpe, esto se va a la mierda".
Acto seguido, coge la pieza, aún caliente, con unas tenazas y la coloca en un tornillo. Agarra un martillo y sin hacer demasiado empuje, le da un golpe seco...pero las piezas no se separan. Sorprendido, se afianza con más fuerza al martillo y le da un golpe más rotundo, pero las piezas no ceden. En todo este tiempo, sigue hablando de lo mal que está hecho el cordón, y todo hay que decirlo, era una verdadera chapuza, sin el ánimo de menospreciar el trabajo del compañero, pero Mayo, no era precisamente, un virtuoso de las artes plásticas ni los trabajos manuales...
Al cabo de unos segundos dándole martillazos, nuestro profesor, se empieza a cabrear y con claros síntomas de desesperación, se lía a dar golpes a diestro y siniestro, aprieta más el tornillo, se da más espacio y nos manda que nos alejemos un poco del lugar, mientras, Mayo, observa el ritual, ya con las dos manos en los bolsillos y con una sonrisa burlona dibujada en la cara.
Los golpes son muy fuertes y consigue doblar las piezas en el punto más débil, pero el cordón de soldadura, no se rompe. Ya no habla de lo mal que está soldado, solo quiere separar las piezas, pero no lo consiguió. Afloja el tornillo, coge las piezas ya machacadas y las tiró "a tomar por el culo", desesperado y dice: "Sigo diciendo que este cordón es una chapuza".
Los demás habíamos asistido entre divertidos y asustados al espectáculo, pero no fuimos capaces de expresar ningún comportamiento, por no saber cúal podría ser la reacción del profesor, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, pero ese día Mayo, se reivindicó como un experto soldador.
Para mí, sin duda, donde mejor me lo pasé ese curso y donde más me reí en todo mi paso por los talleres, fue la temporada en la que estuvimos en el área de soldadura con nuestro apreciado profesor D.Marcos (que en nuestro 25º aniversario nos honró con su compañía en gran parte del día). Los grupos de rotación, no éramos muy numerosos e íbamos por orden alfabético, así que es fácil saber más o menos los que formábamos parte de cada grupo. En el que yo estaba, éramos: Jodra, Masico, Mayo, Luismi, Peláez, Jarero, Manuel Luis y yo.
La época que quiero reflejar, era sin duda la mejor para nosotros porque ya teníamos una entidad y una identidad dentro del taller y los profesores, nos trataban con el respeto del que pronto va a ser un técnico especialista, como lo eran en su mayoría, ellos mismos, antes, maestros industriales. Las broncas del Fernando o del Pepe, no tenían la misma virulencia que en cursos anteriores, es más, durante 3º, no recuerdo conflictos con ninguno de nosotros, aunque siempre se marcaron las distancias.
La clase se debatía por aquel entonces, entre ir o no de excursión y si lo hacíamos, cómo montárnoslo, entre pedir que se nos enseñara a manejar la Kondía en horas fuera de clase o dejar las cosas como estaban, entre hacer los dibujos del Mauro en el tiempo exigido o calcarlos con las hojas de las ventanas de los dormitorios, entre emborracharnos en Blumen o en el Chicote, entre ir a Ramsés o a Niton's, entre enamorarnos o seguir siendo libres. En fin, no quiero hacer muy larga esta entrada porque si no, os puedo aburrir un poco, que cuando me pongo nostálgico, no sé lo que me puede salir...
Mi grupo de taller, había caído en la casilla: Soldadura, con Marcos. El primer día del módulo, nos dio una charla de los objetivos que se iban a conseguir y las normas básicas de funcionamiento y comportamiento en su clase. También nos recordó los fundamentos de la soldadura fotovoltaica, que repasaríamos para ir adquiriendo las técnicas más avanzadas en poco tiempo, ya que el tema lo deberíamos tener dominado de cursos anteriores.
Nos pusimos en grupos de dos, nos dio unas piezas de hierro para que hiciéramos una soldadura de prueba. El cordón que debíamos hacer, debía transcurrir entre las piezas en forma de "V", con las técnicas que hubiéramos aprendido y después él, haría una valoración para corregir errores, si los había.
Se acerca al primer grupo: Masico-Mayo y nos llama a todos los demás para que oigamos lo que tiene que decir con respecto a las soldaduras realizadas por los compañeros.
Allí, está Mayo con la careta de protección de los rayos ultravioleta en la cabeza y levantada hacia arriba, mano izquierda metida en el bolsillo izquierdo del mono y a la vez apretada con el puño cerrado y en la mano derecha, el arco voltaíco con un electrodo casi consumido por completo y todavía humeante como si acabara de perpetrar un duelo en el salvaje oeste.
Marcos, se dirige a nosotros, apuntando hacia las piezas que Mayo acababa de soldar y nos dice:
- "Esto es una chapuza de cordón", "parece una cagada de una pega con diarrea", "de un golpe, esto se va a la mierda".
Acto seguido, coge la pieza, aún caliente, con unas tenazas y la coloca en un tornillo. Agarra un martillo y sin hacer demasiado empuje, le da un golpe seco...pero las piezas no se separan. Sorprendido, se afianza con más fuerza al martillo y le da un golpe más rotundo, pero las piezas no ceden. En todo este tiempo, sigue hablando de lo mal que está hecho el cordón, y todo hay que decirlo, era una verdadera chapuza, sin el ánimo de menospreciar el trabajo del compañero, pero Mayo, no era precisamente, un virtuoso de las artes plásticas ni los trabajos manuales...
Al cabo de unos segundos dándole martillazos, nuestro profesor, se empieza a cabrear y con claros síntomas de desesperación, se lía a dar golpes a diestro y siniestro, aprieta más el tornillo, se da más espacio y nos manda que nos alejemos un poco del lugar, mientras, Mayo, observa el ritual, ya con las dos manos en los bolsillos y con una sonrisa burlona dibujada en la cara.
Los golpes son muy fuertes y consigue doblar las piezas en el punto más débil, pero el cordón de soldadura, no se rompe. Ya no habla de lo mal que está soldado, solo quiere separar las piezas, pero no lo consiguió. Afloja el tornillo, coge las piezas ya machacadas y las tiró "a tomar por el culo", desesperado y dice: "Sigo diciendo que este cordón es una chapuza".
Los demás habíamos asistido entre divertidos y asustados al espectáculo, pero no fuimos capaces de expresar ningún comportamiento, por no saber cúal podría ser la reacción del profesor, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, pero ese día Mayo, se reivindicó como un experto soldador.
Es encomiable que te acuerdes todavía de esto. A mi me lo acabas de desenterrar de lo más profundo de mi memoria. Lo tenía totalmente olvidado. Pero que te acuerdes del grupo de soldadura al completo es casi milagroso.Es que tienes listas?? canta tío, Canta, que esto no es normal.
ResponderEliminarEs extraño lo que me ocurre con algunos acontecimientos y no sé cual es el mecanismo que tiene mi cerebro para fijar los recuerdos, pero hay algunos hechos que se graban como en un disco duro y quedan ahí inexplicablemente hasta que le pido a mi memoria que los extraiga de ese almacén y cuando esto ocurre, me sorprendo de mi mismo porque soy capaz de recordar escenas casi al completo, incluidos los dialógos y las caras que se nos quedaban ante esos acontecimientos. No tengo listas de la época y bien que me gustaría, porque si fuera así, me servirían de herramientas para ahondar en ese disco duro aún más, lo mismo que si dispusiera de fotografías.
ResponderEliminarA mi siempre me gustó mucho la soldadura, y posteriormente me ha servido en mi vida laboral y en el pueblo para ahcer algunas cosillas.
ResponderEliminarLo que ocurre que yo solo me acuerdo que estaba de compañero con Chuchi, se nos daba bastante bien y nos lo pasábamos de p...madre.