Era tu 5º cumpleaños y habíamos quedado en la Plaza del Seminario
para comprarte una bici nueva; creo que era esa coloradica que está en Arquillinos, en casa de tu abuelo. Tu madre
tenía una panza del 9, y cuando bajó del 405 rojo, aquel que nos salió tan
bueno, se tropezó con el bordillo y se cayó. Se fue a caer a los pies de un
cura, de los que están en la residencia de San Atilano. Tendría el monsén, no
menos de 150 años, así que no pudo ni
agacharse a echarle una mano. Yo, que desde
la puerta de La Madrileña lo vi todo, me asusté mucho, por su estado, así que
salí corriendo y dando voces hacia ella.
Pobrecica, encima de caerse, tener que aguantar mis exabruptos. No fue nada,
pero alguien con la cabeza muy gorda y el corazón muy grande, se removió en sus
adentros. Nos fuimos a celebrar tu cumple al Mc donalds, y cuando estábamos tu y yo pidiendo, tu
hermano llamó a la puerta; lo hizo como lo hacéis todos, soltando aguas… . A
pesar de la pequeña inundación, como ya era veterana, tu madre no dijo nada y aguantó
hasta que te terminaste los mc nuggets; después
te dejamos con tu abuela, y nos fuimos al Hospital. A las 4 a.m., salieron a
buscarme al pasillo; me pusieron unas plantufas y un gorrillo de plástico, y me
metieron a paritorio. Mientras le agarraba fuerte la mano a mamá, apareció tu
hermano; lo hizo poco a poco, como los toros bravos cuando salen a la plaza
desconfiando: primero la cabeza; ya está, -pensé-…, pero no,
hasta que salió entero y tu madre suspiró aliviada al oir su llanto, pasó un rato interminable; sólo serían unos segundos, digo yo, pero
podría contarte una a una todas mis sensaciones. Al contrario que tú, que saliste deformada, arrugada y descolorida
por el parto tan duro que tuvo mamá, tu
hermano fue un bebé guapo, guapo, desde el minuto uno. Sonrosadito, hermosote,
suave… daban ganas de liarse a bocaos con él. Si llega a nacer cuatro horas
antes, estaríamos hablando el día 21 de un doblete…, pero de un doblete de los de verdad, no de los del fútbol. Felicidades hija; … y a
ti también peque, aunque con 24 horas de
antelación. (Ya ves, tu hermana te tomó la delantera también en lo de la fecha de cumpleaños; menos mal que la
naturaleza te otorgó esa pachorra tuya tan característica, que te permite pasar por alto, sin inmutarte,
todas estas gilipolleces). Un besaco a los dos.