jueves, 19 de agosto de 2010

La despedida




Nos fuimos marchando del bar en, al menos dos grupos; del primero, que era el más numeroso, no nos despedimos los que nos quedamos atrás y no sé donde acabarían la noche (bueno, ahora ya sé lo que ocurrió por la conversación mantenida con Julio alrededor de unas cañas en vacaciones de agosto en el Cambalache zamorano). Los buscamos en algún "bareto", pero sin éxito. Aprovecho aquí la ocasión para despedirme de todos y también en nombre de los que nos quedamos rezagados. En este grupo se encontraban dos compañeros de los que aún no he hablado y que es en esta entrada, donde les voy a dejar mi homenaje personal: Danta y Mariano.

Compartieron, como en los viejos tiempos muchos momentos juntos, ya que hicieron el largo viaje de ida y vuelta en compañía desde tierras catalanas, se alojaron en el piso que buscó Julio con más compañeros y también en el pueblo de Mariano.

Formaban parte, junto a un grupo muy reducido de los internos de más de 200 Km y esta circunstancia les marcó en su vida universitaria, pues si alguien puede decir lo que significa el compañerismo, la amistad, compartir, la soledad, una segunda familia, son ellos y estas palabras quiero que sirvan para mostrar mi admiración para todos ellos, que pasaban tan largas temporadas fuera de casa, pues sólo iban en ocasiones especiales, como Navidad, puentes largos y semana santa (excepto cuando nos mandaron una semana a todos en F.P.I porque decían que teníamos piojos, pero que sospechábamos que fue porque no tenían dinero para la calefacción y así, cerraron la Uni entera una semanita). Hicieron una vida completamente distinta a la mayoría de nosotros, que nos íbamos a casa casi todos los fines de semana, o todos. Y que decir de los externos, que lo hacían todos los días. Ellos fueron los internos de verdad y ello les exigió dar lo mejor de sí mismos, creando entre ellos un vínculo de amistad muy fuerte, que todavía conservan.
En alguna ocasión hemos dicho que nuestros compañeros eran como nuestra segunda familia, bien, pues en el caso de estos amigos, esto no es un eufemismo, ya que fueron una familia durante, al menos cinco años. Para ellos nuestro reconocimiento y admiración: Julio D., Iluminado, Mariano, Danta, Mayo, Angel H., Gochy, César, Vara y para los que se fueron quedando por el camino, que éstos, seguramente recuerden mejor que yo.

En la encrucijada del las calles San Andrés y Ramos Carrión, nos despedimos parte del segundo grupo, que espero volver a ver, al menos en el 50º aniversario.

Empiezo con el recuerdo para Danta.

En tu caso, como en el alguno más que están lejos, sé que te cuesta venir y por eso agradecemos tu esfuerzo. Nunca pensé que volverías a Zamora y en tres años has venido dos veces. Nos ha encantado tenerte entre nosotros y que sepas de nuestro aprecio.

Mi homenaje va a ir orientado en rememorar una anécdota que te ocurrió y que por la relación que ahora tiene con mi profesión, me he acordado y me he vuelto a reír porque no hace mucho que me ocurrió en el desempeño de mi actividad diaria.
Corría el último año de F.P.II y los internos de más de 200, aprovechasteis una oferta de una auto-escuela para sacaros el permiso de conducir.
Lo que voy a contar es lo que tú compañero de examen nos contó a nosotros una vez que ya os habíais examinado.
Hiciste la prueba de conducir en el coche de la auto-escuela y cuando el examinador dio por terminado el examen, te mandó inmovilizar el vehículo y te dijo:
"Ha terminado la prueba, ya se puede poner detrás". Y en vez de bajarte del coche por la puerta, te metiste de cabeza entre los asientos delanteros, para acabar incrustado entre el examinador y tu compañero de examen, que era Julio D.
Tuvo que ser un espectáculo porque eso mismo lo he visto hacer yo y cuando ocurrió no me pude por menos que reírme en alto, pero no lo hacía por el pobre alumno que estaba examinando, me reía al recordar lo que tu compañero nos había contado sobre como lo habías hecho tú, ya que te veía a ti hace 25 años.
Creo que lo mejor es que te dieron el carné de conducir de todas formas.

Un abrazo.

Ahora llega el turno para Mariano:

Digo lo mismo con respecto al esfuerzo y la lejanía, aunque en tu caso, es más fácil verte por aquí, pues Candelario no está tan lejos y dejaste muchos amigos en Zamora.

Siempre te recuerdo practicando algún tipo de deporte y puedo decir que todos con una pulcritud y técnica envidiables; desde trial al fútbol, pasando por el fútbol 7, ping-pong, etc. Jugaste el partido contra el Zamora en 3º, aunque no nos fue muy bien, pero nos divertimos mucho. También estabas en el equipo de la Laboral (ya publicaré un día de estos la fotografía del equipo). También practicabas el ciclismo los fines de semana con los internos y recuerdo ver fotos tuyas y recuerdo ver las fotos subido en una moto de trial por los montes de tu pueblo.

Me gustaría recordar la anécdota que el grupo de internos de más de 200, junto con los de más de 80, protagonizasteis con un vespino abandonado o que tomasteis prestado, haciendo carreras entre los setos del patio de la Laboral. Como yo no estaba presente, solo me han llegado las informaciones que los implicados me hicieron llegar en su día, por eso os quiero retar a los implicados, para que seáis vosotros los que contéis los hechos acontecidos.
Lo único que sé es que el vespino lo cogisteis de la calle y os lo llevasteis al patio de la Uni y allí os turnabais para dar vueltas con él y que alguno se dio algún que otro piñazo.

Como ya dije en otra entrada del blog, recuerdo que compartimos los primeros momentos en la habitación de 1º de F.P.I , cuando éramos 10 ó 12 y tengo en la memoria imágenes borrosas de aquellos años, pero si que me acuerdo de tu particular manera de lavarte los dientes, echando agua a la pasta de dientes cuando la echabas en el cepillo antes de lavártelos.
Allí nos conocimos y hubo buenos sentimientos desde el principio, ayudándonos siempre que podíamos.

Gracias Mariano por todo; por venir, por tu colaboración, por tu implicación y ser un buen compañero y amigo de tus amigos.

1 comentario:

  1. Estos son de los aue realmente les apetece, y mucho volver a Zamora de vez en cuando para ver su UNI y lógicamente a los antiguos compañeros, os mereceis un monumento. Aunque yo con Mariano, es raro que pase un año sin vernos, porque es cita obligada cuando viene de vacaciones en agosto, juntarnos un sábado o domingo a pasar el dia con nuestras familias y comer juntos.

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