lunes, 25 de marzo de 2013

Unos días en Zamora

Esta Semana Santa no será igual que otras para mí, ya que no dispongo de tantos días como en años anteriores, por lo que estaré en Zamora desde el miércoles y sólo hasta el domingo. 
Si alguien quiere quedar para pasar un rato en compañía de los viejos amigos, que se vaya animando a poner algún comentario o se lo vaya diciendo a los topos con los que tenga contacto y si hay voluntad...pues eso. Nos vemos.

lunes, 18 de marzo de 2013

FWD (Four Wheel Drive) Por Chin




Resulta que esta tarde he ido a ver  una plantación de pino piñonero que yo hice en el año 2000, en Villamor de los Escuderos; Villamor, es un pueblo de transición entre  la Tierra del Vino, y la comarca de Toro-Guareña. La tradición vinatera de este y otros pueblos de la mitad sur provincial, se  delata con la presencia de bodegas  bajo las casas. Pocas casas hay, incluso de las modernas, que no tengan una bodega debajo. Este tipo de bodegas suelen tener una bajada muy abrupta debido al escaso espacio longitudinal en el que se desciende. Las incómodas escaleras,  dificultan en gran medida la bajada; si se trata de subir,  una vez que has probado todos los vinos, blancos, tintos y claretes, de  las 5 ó 6 últimas cosechas, la tarea se presenta francamente complicada. Estos caldos caseros,  tienen la virtud (o el defecto), dependiendo de las causas por las que te entregas al bebercio, de anestesiar completamente el sistema nervioso periférico, dejando  casi intacto el sistema nervioso central, de modo que aunque tus miembros no obedecen las ordenes de tu cerebro, eres plenamente consciente de todo,  incluso de estar  borracho,  lo cual puede parecer una incoherencia.  Lo cierto es que aunque quieres moverte, no puedes; el único movimiento posible es seguir empinando el codo. 
Esa sana y española costumbre  de que cualquier  negocio se termina de rubricar en el bar de la esquina,  tiene su versión aquí, en la única Tierra del Vino del mundo, donde el lugar para el sellado de los tratos verbales  es la bodega.
 Una calurosa mañana de septiembre, de 1997, recuerdo que era domingo, me acerqué a Villamor a ver unas fincas de un famoso otorrino de Salamanca que me había contactado unos días antes para sopesar la posibilidad de  plantarlas de árboles,  en el marco del programa regional de forestación de tierras agrarias.  El tipo apareció acompañado del rentero que le atendía las tierras y de un par de sujetos que decían ser primos suyos.  Muchos paseos por las fincas dimos, y  mucho tuve que  darle a la singüeso  para convencerlo;  después de apalabrar los términos del contrato, y, a instancias de Pepe, el rentero, fuimos a celebrarlo a su bodega. ¡vamos a echar una pinta a la bodega! – dijo con gran alborozo- …. y las pintas resultaron ser vasos de nocilla llenos de vino. Yo que me conozco la copla, esperé a que el ama bajase las viandas;  así que hasta que apareció el chorizo,  y a pesar de la sed, me contuve.  ¡Prueba este! - le decía Pepe a los primos del  jefe- , y estos,  presos del ansia viva, se bebían las pintas de un trago. Uno de ellos,  no llegó al chorizo. No habían pasado ni veinte minutos, y hubo que sacarlo como a un saco de patatas;  (en las bodegas siempre hay una temperatura de unos 12ºC, por lo que si te quedas quieto,  te entra frío;  por eso es preciso evacuar a los que pierden el timón). Como yo era el más joven de los 5,  me toco el cuadro. Dejé al tipo a la sombra  de un árbol, totalmente ebrio, y,  cuando volví pabajo, ya estaban todos mis compinches zampando chorizo a dos carrillos.

Me enganché a la molienda,  y a la media hora, tuve que sacar al otro primo, lo que me permitió comprobar, además,  que el 1º estaba en la misma posición en la que yo lo había dejado. Reconozco que comí más que bebí, aunque ambos guarismos fueron un disparate,  pero lo que me traía de cabeza , era  que dos tipos, sesentones, fueran a aguantar más charrasca que yo, que por cierto, entonces estaba en plena forma. Estábamos los tres hablando ya de más,  cuando me di cuenta de que mantener la verticalidad era tarea complicada. Alguien dijo de ir a tomar café al bar y empezaron a desfilar delante de mi.
 
Cuando me puse a subir las escaleras,  lo hacía como un camaleón. Dos parriba, una pabajo, una parriba, dos  pabajo….. Como no avanzaba, decidí salir a gatas, y Pepe, el rentero, que me esperaba en la embocadura para cerrar, cuando me vio de esa guisa , soltó una carcajada y dijo:  ¡has tenido que poner la doble tracción pa subir! 

jueves, 7 de marzo de 2013

Tendencia profesional

Algunas veces estoy tentado de contar episodios de mi vida profesional y os aseguro que habría para cubrir casi uno a diario de los días laborables, pero creo que este no es el lugar apropiado, o por lo menos el momento adecuado y mejor lo dejaré para otro momento o para cuando estemos viéndonos en persona, pero no me puedo abstraer de lo que voy viendo por esas calles de Dios y cuando tengo una oportunidad de tomar nota o sacar una foto, voy haciendo un albúm de curiosidades. Dejo esta señal tan particular y genuina de nuestros abnegados trabajadores de las vías urbanas.