EL TÍO ES LA MONDA
Nació en 1932, por lo que sabe bien lo que son las dificultades; fue educado entre la mano ligera de mi abuela Rosario y la vara de mimbre de D. Jacinto, maestro por aquellos años en Arquillinos y paradigma, en carne y hueso, del lema por excelencia de la educación franquista: “la letra con sangre entra”. El verano del 45, (año sin pan) y con la ayuda de dos asnos, acopió, extendió y compactó toda la piedra del firme de la “cuesta de escarbatoros”, en la carretera de Castronuevo. Y fueron dos burros, porque al primero lo reventó a trabajar, y mi abuelo tuvo que comprarle otro. El jornal: 6,50 pts él solo, con el burro, 9,50. Su gusto por el tabaco, junto con el aguardiente, únicos vicios conocidos, ha ido evolucionando a medida que la Tabacalera eliminaba del mercado los matarratas heredados del periodo de autarquía: picadura, peninsulares, celtas corto, celtas largo, ……. y vuelta otra vez a la picadura, que un ducados cuesta 600 pelas. …Con estos antecedentes, no es de extrañar la envidiable gestión que hace de los 20.000 duros escasos que cobra de pensión. Con los años he llegado a la conclusión de que no es tacaño, como yo pensaba; es frugal, como los pinos, necesita poco para vivir. Así es que, cuando se va para Zaragoza a pasar el invierno con mis hermanas, vacía todo lo que tiene en la nevera, recoge la huerta y traslada el campamento completo, como los apaches. El sábado después de los Santos, lo acerqué a la estación de autobuses. El equipaje constaba de una bolsa de papel, de esas de Zara, donde supongo que llevaría el tabaco y el bocadillo, (comprar un bocata por el camino es tentar a la suerte y encima te joden 6€); La maleta, normalita, de esas que tienen ruedas (menos mal!!); me imagino a mis hermanas cuando se la regalaron ofreciendo argumentos para convencerlo de que el macuto de la mirinda (de cuando el bar) o la maleta de fuelle, de cuando mi hermano Manolo, y después yo, estuvimos en Cheste, estaban ya muy ajados y que era necesario cambiarlos.
Amén de los susodichos, portaba un bulto de incalificable categoría: para empezar pesaba 15 o 20 kilos, constaba de una bolsa blanca, de rafia, serigrafiada en naranja chillón, con motivos que hacían referencia a lubricantes SDF (Same-Deutz-Fahr), por si alguien dudaba de nuestra rural procedencia. ¡Como para pasar desapercibidos!. Dentro de la bolsa, llevaba cosas de la huerta y congelados envueltos en una manta verde, perfectamente visible desde el exterior y todo ello atado con una cuerda de nylon roja, trenzada, de las de empacar. La estampa sólo adolecía de la gallina asomando por arriba de la bolsa para ser digna de cualquier película de Paco Martínez Soria. Además me la dejó llevar a mi, hasta el bus, como para darme la alternativa. Fui pasando entre las miradas soñolientas de los viajeros que, entre la sorpresa y la socarronería, cambiaban de expresión al paso del paquete, espero haberles amenizado un poco la siempre tediosa espera en el andén de la estación. Nació en el 32, así que en septiembre cumple 80, habrá que matar una ternera, comprar un par de arrobas de vino y celebrarlo ¿no?.....