No era un llamamiento a la guerra santa contra el infiel, solo se pretendía abrir un barril de cerveza y saborearlo en compañía de los viejos compañeros de la Laboral, pero nadie puso su espada, su cabalgadura y su lanza al servicio de La Octava, con lo cual queda pendiente para una próxima cruzada.
El Papa Urbano II, allá por el año 1095, en la llanura de Clermont convocó a toda la cristiandad para recuperar Tierra Santa, en manos de los infieles, por medio de las armas y se apuntaron miles de personas a la labor y eso que tenían muchas posibilidades de perder la vida en el intento y como mínimo, pasar muchas penurias y calamidades hasta llegar a Palestina, de hecho, muchos de ellos murieron antes de pisar ni siquiera Turquía.
Yo, solo pedía unos minutos de tiempo para compartir con los amigos y echar unas risas, sin riesgo aparente de sufrir ningún percance que hiciera pensar en perder nada más que unos sufridos euros en el pago comunitario de unas cañas, pero no hubo reacción por parte de los viejos "caballeros" de La Octava, solo Chin (como siempre) y Aguado, manifestaron su predisposición a tomar las armas, aunque después y por diferentes motivos, no pudieron disponer del tan preciado tesoro, como es el tiempo.
Con Aguado y Mª Jesús, tuvimos la suerte de encontrarnos por las calles de la Bien Cercada y cambiamos impresiones durante unos agradables minutos, que también sirvieron para felicitarnos las Fiestas y que hago extensivo a todos los que leéis este blog.
En la fotografía que aparece al lado, el Papa Urbano II, proclama la primera cruzada en el concilio de Clermont.